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jueves, 6 de junio de 2013

Novela, ¿en donde?

¿Que importa la identidad si no se transmite correctamente el mensaje?
Por cierto, mi nombre es Andrés. Y el mensaje que quiero transmitir no lo es del todo correcto, ya que se considera como el enemigo de toda la humanidad: La verdad.
La percepción que se tienen en nuestro país sobre la novela es muy herrónea y esta verdad se ha sabido desde hace tiempo sin embargo no se hace nada para evitarlo. En promedio un mexicano lee medio libro al año y la mitad no lo acaba. Al preguntarle a 4 trabajadores (se hicieron a trabajadores ya que es el sustento económico en cualquier país)  sobre la percepcion de la novela y los resultados son muy evidentes que no se ha dado un impulso hacia la cultura literaria de habla hispana, inclusive llegando a ignorar el que es una novela o siquiera el esfuerzo darle una explicación en el momento.
El primero me explicó que la novela era una historia mal hecha, y con eso es suficiente para mencionar su falta de interés sobre estos temas.
El segundo me recordó una ironía, ya que él se refirió a una novela como una narración extensa y aburrida y cuando le pregunté el como se identifica a una buena novela el me respondió: Es cuando la novela esta corta y no tediosa.  Esto hace evidente el poco esfuerzo que se está dispuesto a dar una persona al tiempo de lectura.
El tercero directamente se dirigió a los libros de mecánica, ya que cuando le mencione la novela desvió el tema a los libros de mecánica y mo se desvió de ese tema.
El cuarto fué el menos desviado, ya que trató de acertar (aunque no pudo, el intento es lo que cuenta), le daba mayor referencia al conocimiento empírico y no le "gustaba" el conocimiento estático.
Estos hechos dan referencia al poco interés que se le da de parte del estado y de la gente por querer poner un mejor sistema literario y hacer el esfuerzo de que los mexicanos y mexicanas puedan tratar de comprender a la literatura.

Análisis de las siguientes tragedias:


ANÁLISIS DE AGAMENÓN:

Basada en la Ilíada, que cuenta la guerra de Troya, se inicia la obra en un palacio: un vigía espera desde hace mucho tiempo noticias sobre la expedición de Agamenón a Troya. El coro interviene para darnos pistas sobre los acontecimientos más recientes.

Un heraldo anuncia la entrada de Agamenón, rey de Micenas y jefe de las fuerzas griegas en la guerra de Troya, quien entra a la ciudad. Agamenón era hijo de Atreo, y sufre la maldición hecha sobre su casa. 

El rey entra en Argos acompañado por Casandra, quien es una esclava que le regaló el ejército. Clitemnestra, su esposa, se queja por la espera y tiene preparado un recibimiento que no es del gusto de Agamenón, sin embargo, este lo acepta.

Casandra tiene poderes proféticos y es hija del rey Príamo a quien Agamenón ganó en la guerra de Esparta contra Troya. Los presagios de la muerte de Agamenón se van volviendo más fuertes y explícitos. El coro va respondiendo a los presagios de este. 

Todos se encuentran en el palacio cuando se escucha el grito de Agamenón: Egisto le da un golpe que lo sume en la inconciencia y Clitemnestra a su vez, le da otro golpe con su espada, que lo decapita. Clitemnestra sale a escena y aparecen los cadáveres de Agamenón y Casandra. El crimen y la venganza se han consumado. Clitemnestra se enorgullece de su acción y admite que es un meticuloso plan urdido anteriormente desde que Agamenón le dio muerte a su hija Ifigenia, en ofrenda al dios Zeus, antes de su partida a la guerra. La venganza también es de Agisto, primo de Agamenón y amante de Clitemnestra. Agisto expone sus razónes: Agamenón había hecho atrocidades con su padre Tiestes en el pasado. 

Es una tragedia donde hay una influencia en toda la obra de lo divino. Se creía que el destino era ya un hecho inamovible e incapaz de cambiar. En toda la obra se vé cómo todos los personajes involucrados no pueden escaparse a su suerte, y a lo que ya está escrito en el linaje maldito. Es una obra de conquista, poder, ambición y guerras.

El dios para esta época era Zeus, quien era el autor de la justicia divina. A él se le ofrecían ritos y homenajes, como la muerte de la hija de Agamenón, un sacrificio por demás, inútil y perverso (desde el punto de vista de un dios que lo requiere)

Aquí todos los personajes se rigen a la voluntad divina sin cuestionamientos. Pareciera que de todas formas, el destino implacable les cobra factura y no hay forma de evadirlo y evitarlo. Por tanto, bajo esta concepción divina, no existe libre albedrío ni libertad.

La visión de la vida es trágica. El hombre llega a sus propios límites en la búsqueda de lo que busca: Clitemnestra, quien nunca logró perdonar a su marido por la muerte de su hija, termina ella misma castigándolo. Pareciera que nadie puede evitar este destino tan atroz. Casandra, la adivina, también es castigada por la mano asesina de Clitemnestra. Muere a la par de Agamenón y no puede evadir ─ni ella misma que es capaz de ver el destino─, del suyo propio.

Agamenón es un hombre con exceso de ambición. Acostumbrado a hacer su voluntad, a los placeres carnales, también es un gran líder. Logra ─no solo por medio de la fuerza física, sino por la astucia─ vencer al enemigo con el famoso Caballo de Troya. Sin embargo, a pesar de esos diez años de lucha, su final es infructuoso. Muere no en batalla, sino en manos de una mujer, su propia esposa. No deja de ser irónico.

El destino de los personajes es un destino común. Casandra vé el futuro y es capaz de hacerlo en comunión con todo el pueblo troyano. 

Egisto, amante de Clitemnestra ─autor junto con esta de la muerte de Agamenón─, busca también la venganza. Hacía años atrás, su padre había muerto por órdenes de Agamenón. Pareciera que todos los personajes tienen sed de venganza, de sangre, como si prevaleciera la famosa ley del Talión “ojo por ojo, diente por diente”.





Edipo Rey:

Un oráculo advirtió a Layo que sería asesinado por su propio hijo. Decidido a cambiar su destino, amarró los pies de su hijo recién nacido y lo entregó a un pastor para que abandonara al recién nacido en una montaña solitaria. El pastor no abandonó al niño y se lo entregó a Pólibo, rey de Corinto, quien le dio el nombre de Edipo y lo adoptó como su propio hijo. El niño no sabía que era adoptado y, cuando un oráculo proclamó que mataría a su padre, abandonó Corinto. Durante su travesía, encontró y mató a Layo, creyendo que el rey de Tebas y sus acompañantes eran una banda de ladrones y así, sin saberlo, se cumplió la profecía.

Solo y sin hogar, Edipo llegó a Tebas, acosado por la Esfinge, que andaba por los caminos que iban a la ciudad, matando y devorando a todos los viajeros que no sabían responder al enigma que les planteaba. Cuando Edipo pudo resolver acertadamente el enigma y dio muerte a la Esfinge. Creyendo que el rey Layo había muerto en manos de asaltantes desconocidos, y agradecidos al viajero por librarlos del monstruo, los tebanos lo recompensaron haciéndolo su rey y dándole a la reina Yocasta por esposa. Durante muchos años la pareja vivió feliz, teniendo cuatro hijos, sin saber que ellos eran en realidad madre e hijo.

Entonces apareció un adivino que hizo dudar a Edipo sobre su real ascendencia, y le dijo que él era el asesino de Layo, por lo que debía ser castigado. Pronto Edipo descubrió que involuntariamente había matado a su padre. Después Yocasta se suicidó, ahorcándose, al saber que Edipo era el hijo que se suponía había muerto y, cuando Edipo se dio cuenta de que ella se había matado se quitó los ojos con unos broches de oro que ella llevaba en su vestido, y abandonó el trono y la ciudad ya que el que había matado a Layo debía recibir la indiferencia y rechazo de todos.

Medea:

Medea era una hechicera hija de Eetes, rey de la Cólquide, y de Idía. Además era sobrina de Circe, la gran, maga, de quien heredó todo lo relativo a su magia.

La historia de Medea está estrechamente relacionada con la de Jasón. Éste emprende su viaje con los Argonautas para ir en busca del Vellocinio de Oro, que se encontraba en la Cólquide. El padre de Jasón, Esón, que era el rey de Yolco en Tesalia, es depuesto por su hermano Pelias, quien entonces intenta impedir que Jasón reclame el trono. Con la esperanza de que éste perezca en la expedición, le persuade de emprender la peligrosa búsqueda del Vellocinio. Jasón reúne a los cincuenta jóvenes más nobles de Grecia para que lo acompañen en el viaje a bordo del Argo.

Cuando la nave alcanza la Cólquide, el rey Eetes afirma que no entregará el Vellocinio a menos que Jasón supere una serie de pruebas demasiado duras. Medea, víctima de la acción de Eros y Afrodita, se enamora perdidamente de Jasón y le ayuda a superar dichas pruebas y llevarse el Vellocinio a cambio de que el héroe se case con ella y la lleve consigo, traicionando así a su familia y a su patria.

Medea y Jasón, junto con el resto de los Argonautas, zarpan, perseguidos por los colquidenses, entre los que se encuentra el padre de Medea. Para escapar de la persecución, ésta mata a su hermano Apsirto y dispersa sus restos en el mar, para que, de esta manera, Eetes pierda tiempo.

También se cuenta que Medea, temiendo ser entregada por los griegos para frenar la persecución, tiende una trampa a su hermano para que Jasón lo mate.

A su llegada a Yolco, descubren que Pelias es el responsable de la muerte de los padres de Jasón y éste le pide de nuevo ayuda a Medea para vengarse. Ella, obedeciendo a su amado, convence a las hijas de Pelias de que es capaz de rejuvenecer a las personas. Estas le piden que rejuvenezca a su padre que se encuentra ya en una edad bastante avanzada. Medea les muestra como hacerlo degollando a una oveja y poniendo sus trozos a hervir. Al momento, un cordero joven salta de la caldera de agua caliente. Convencidas las muchachas, repiten el experimento con su padre, pero al carecer de la magia de Medea, no consiguen que resucite, logrando así la maga su objetivo.

Jasón y Medea parten entonces hacia Corinto y allí tienen dos hijos. Pero toda la felicidad se acaba cuando Jasón rechaza a Medea para casarse con Glauce (o Creusa), hija del rey corintio, Creonte, por voluntad de éste. Entonces, el rey ordena el destierro de Medea. Ésta, asegurándose de que el rey Egeo la acogerá en su patria, pide un día más de estancia en Corinto, deseo que le sea concedido. En ese día, mata a Glauce, enviándole un vestido envenenado. Cuando ésta se lo pone, creyéndolo regalo de boda y símbolo de reconciliación, se ve envuelta en un fuego abrasador que acaba también con la vida de su padre al intentar socorrerla. Acto seguido, temiendo que se tomaran reprimendas contra ellos, Medea mata a sus hijos y huye en un carro de fuego que le proporciona el dios Helios. Jasón se queda sin esposa y sin hijos haciéndose desgraciado y Medea, finalmente, se suicida.
 
 
por: Gabriela Rodríguez. 

El Cuento Medieval


El cuento fue uno de los géneros con mas difución en la Edad Media aunque los cuentos medievales que conocemos  son una parte muy pequeña de todo lo que se produjo ya que la mayor parte de estos eran transmitidos de manera oral. 

El termino "cuento" como tal no existía sino que se referían a estos como "exemplum"  (ejemplo de intención didáctica) o como fabliella o fábulas (termino que proviene del genero clásico de la fabula o cuento corto) 

De gran tradición medieval son también las conocidas como “sententiae”: 
sentencias o frases breves y enjundiosas, mediante las que se pretendía condensar algún 
pensamiento profundo que invitara a los fieles o a los lectores a reflexionar y que 
veremos cómo posteriormente influirán en la obra de don Juan Manuel.

Estos relatos breves eran difundidos de diferentes formas:


  •  Intercalados en obras más extensas, a modo de ejemplo para ilustrar  determinadas conductas.

  •  Intercalados en los sermones religiosos: los sacerdotes se veían en la  necesidad de ejemplificar con sucesos cotidianos las historias de la Biblia para hacerlos más cercanos a un público por lo general, inculto o ignorante. 

  •  En colecciones de cuentos. Aunque hoy día es la más utilizada, en la Edad Media no se generalizo este recurso hasta el siglo XIII, siendo asi más habituales las formas anteriormente citadas. 


A esta variedad hay que unir también la variedad temática: religiosos, burlescos, 

obscenos… aunque siempre disfrazados de finalidad didáctica y moral.
-Naty Carrizales