Pedro Salinas
Pedro Salinas fue nombrado profesor de la Escuela Central de Idiomas y secretario general de la Universidad Internacional de Verano de Santander donde conoció en el verano de 1932 a una estudiante norteamericana, Katherine, y se inició la trilogía poética “La voz a ti debida”, “Razón de amor” y “Largo lamento”.
Un día el profesor Pedro Salinas daba
su clase sobre la Generación del 98 y casi al acabar la clase entró una chica
deslumbrante que se sentó en el último sitio. Para conocerla mejor invitó a la
directora del curso a cenar y le dijo "mi familia no está, así que le
agradecería si cenamos juntos y lleve a alguna estudiante para no ir sola, por
ejemplo a esta señorita." En un momento de la cena la directora se ausentó
un instante que Salinas aprovechó para salir a la terraza con la joven
estudiante y mirando a las estrellas dijo a Katherine: ¿por qué no nos
suicidamos juntos y saltamos hacia arriba?.
Katherine regresó a Estados Unidos
para proseguir sus estudios pero el romance se mantuvo en forma epistolar y con
una llamada telefónica diaria.
En una de las cartas Salinas
escribe: “Cree en ti, cree en tu valor único, en tu distinción suprema, en
la nobleza de tu alma. Y vive de ella. Yo de lejos, de cerca, te ayudaré. Hasta
que no me necesites más. Y mira, no tengas temor, oye, de quitar a nadie nada,
queriéndome, no. ¡Me lo dices tan delicadamente en tu carta! No, yo no soy ni
seré peor para nadie por ti, no. Lo que tú me pides, lo que yo te doy en nada
atenta a lo que debo a los demás. Tú en mí no serás nunca nada malo, nada que
robe algo a alguien, no. No tengas miedo. Seré cada día mejor.”
Katherine volvió para el curso
académico 1934-1935, que es cuando la mujer de Salinas descubrió el romance de
su marido e intentó suicidarse. La esposa de Salinas se recupera y Katherine se
entera de todo rompiendo definitivamente la relación. Pero las cartas de
Salinas seguían llegando. Pocos años después, en 1939, Katherine se casó con su
colega Brewer Whitmore, pero por un accidente de tráfico se queda viuda al año
siguiente.
Luego llegó la segunda guerra mundial
y ella se negó a contestarle a sus cartas porque la censura interceptaba el
correo en Puerto Rico donde vivía el poeta.
Pero las cosas no acabaron así, se
volvieron a ver el año de la muerte de Salinas. Katherine fue a verle a
Northampton donde iba a dar una conferencia y sin palabras se puso frente al
poeta. Sólo pudo hacerle una pregunta “¿No entiendes por qué tuvo que ser
así?”. Pedro Salinas le confesó: “No, la verdad es que no lo entiendo.
Otra mujer, en tu lugar, se habría considerado muy afortunada”.
Katherine falleció en 1982 y autorizó
la publicación de sus cartas con Salinas, guardado en la biblioteca de la
Universidad Harvard, siempre que fuera veinte años después de su muerte y se
omitieran las que ella le envió. Las de Salinas son unas trescientas,
testimonio de una relación que duró quince años hasta que concluyó en 1947.
Quince años unidos por la poesía pero
pendiente cada día de una llamada que nunca llegó.
LA VOZ A TI
DEBIDA, 1933
Versos 102 a
126
¡Si me
llamaras, sí;
si me
llamaras!
Lo dejaría
todo,
todo lo
tiraría:
los precios,
los catálogos,
el azul del
océano en los mapas,
los días y
sus noches,
los
telegramas viejos
y un
amor.
Tú, que no
eres mi amor,
¡si me
llamaras!
Y aún espero
tu voz:
telescopios
abajo,
desde la
estrella,
por espejos,
por túneles,
por los años
bisiestos
puede venir.
No sé por dónde.
Desde el
prodigio, siempre.
Porque si tú
me llamas
«¡si me
llamaras, sí, si me llamaras!»
será desde un
milagro,
incógnito,
sin verlo.
Nunca desde
los labios que te beso,
nunca
Cartas a Katherine Whitmore, Pedro Salinas. TusQuets.
-Ana Sánchez-
No hay comentarios:
Publicar un comentario